Ahora cuando yo ya he encontrado mi estabilidad, cuando ya sé quien con sigue que mi cabeza esté en su sitio, con total serenidad, voy a perderlo.
¿Por qué justamente ahora, cuando ya puedo mirar al cielo y sonreír, justamente lo voy perder, por qué?
Sé que quizá no debería alarmarme tanto, pero el sentimiento es tan placentero, como si de un orgasmo se tratase. Como cuando alcanzas una meta, cuando consigues algo que has deseado desde tiempo. Y yo, este sentimiento de alegría, felicidad, serenidad, paz, ahora, lo voy a perder.
No quiero, pues ese sentimiento no lo he encontrado en un lugar, si no que reside en el interior de la perfección de un ser humano, es tal la perfección para mí, que consigue que mi estado continúe en feliz, que mi cuerpo se relaje, y mi mente descanse, él consigue que mi desorientada cabeza se sitúe en un lugar en concreto, que mi corazón resida en él, y que el resto de mi cuerpo descanse cómodamente en su sofá marrón de pelo sintético.
Cuando sea la hora de irme, sé que no te veré en el aeropuerto despidiéndote de mí, también sé, que no te veré la noche antes de irme, ni nada por el estilo que demuestre la más mínima gota de tristeza por mi ida. Pero cuando vuelva, ya no me volveré a ir, vendré con mi vida terminada, pero con una última pieza en el puzle.
Mi vida, tiene tantas piezas, como deseos no cumplidos y cada deseo lo iré transformando en piezas, y reconstruiré el puzle, cuando vuelva, tú serás la única pieza que falte en él, pues los demás ya estarán cumplidos.
Te buscaré, te encontraré, te abrazaré y no te soltaré jamás.
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