miércoles, 21 de septiembre de 2011

Hace noches atrás, en el mes de enero extrañamente me sentí perseguida durante todo mi transcurso por la calle, era de noche hacia frio y aquella extraña sensación me invadió por completo.
A cada rato me giraba hacia atrás, recorría con la mirada temblante cualquier recoveco donde se pudiera esconder alguien, pero no divise ninguna forma humana.
Cuando llegue a la puerta de mi casa, volví a mirar, todo en vano. La calle no podía estar mas vacía, lo único que habitaba en ella eran sombras y yo.
La sensación en el momento de introducir la llave en el cerrojo se volvió palpable. En un arrebato de extrema locura, abrí corriendo la puerta y entre cerrándola así de un brusco golpe que hizo un eco que perdura aun en mi mente.

Mi mente, me hizo ver por un instante la forma de un hombre, pero no era nada más que una sombra. De repente me invadió una enorme tristeza, baje la vista al suelo y vi un alma inocente en la que su mirada irradiaba una enorme tristeza, la misma que habitaba en mí. Era un gato, no se si es hembra o macho, pero sí sé, que es un cachorro, un alma inocente abandonada a la mano de Dios.

Hoy, hace supongo que media hora ya, me volví a sentir perseguida. Mirando otra vez a todos lados y lo único que veía eran sombras. Cuando llegue a mi calle un chaval que rodearía los dieciséis me pregunto si tenia un cigarrillo, le conteste que el que me fumaba era el único que me quedaba. Era una mentira pero me daba igual. No sentí remordimiento alguno. Es mas nunca los tengo.

Cuando abrí la puerta, encendí la luz de la escalera, entre y la cerré. Sentí la misma sensación de tristeza que me invadió aquella vez. Baje la visa y allí estaba. Aquella alma inocente, dulce y tierna. Observándome con ojos tristones llenos de lagañas que afean sus ojos azul cristalino. El mismo gato, pequeño con su cuerpo blanco y una mancha negra que recorre medio cuerpo. Alzándose, apoyo las patas delanteras al cristal mientras hacia un ligero y silencioso << meeeu>> implorándome que por favor le dejara pasar para no sufrir otra noche de frio.

Me invadió tal tristeza que me saltaron las lágrimas. Tenia ganas de abrir la puerta cogerlo entre mis brazos y decirle que a paso todo, que ya iba a estar bien y yo lo iba a cuidar. Desgraciadamente no puedo hacerlo. No me dejan tener más mascotas. Por ello me pregunto: << ¿Qué mente tan perversa y retorcida, puede abandonar un alma tan dulce y tierna al azar?>>
Deberían ahorcar a todos esos truhanes sin corazón, que abandonan a esos pequeños animales indefensos a la mano de Dios. Ellos mismos en sus propias carnes deberían sufrir lo que esos animales viven día tras día en la calle. Algún día ellos, pagaran por lo que han hecho porque si veo a un hombre muriéndose y hay un gato al lado muriendo también, salvaría antes al gato que al humano (puede parecer excesivo, ¡pero es la verdad!) ya que ale antes la vida de ese ser inocente que nunca te hará daño, antes que la del humano, que no vale nada.
El ser humano al igual que es el ser mas maravilloso, también es el mayor monstruo que puede existir.

He aquí, mi opinión sobre el abandono.

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