Eran las diez de la noche, las diez empunto, cuando comenzó a llover de repente. Simplemente quise quedarme, para así poder fumarme un cigarrillo, a sabiendas de que comenzaría a llover nada más bajara del coche. Pasándome siempre por la misma calle, por el mismo lugar, paso por miedo a que te olvides de mí. Toda la calle está en penumbra, miré al cielo mientras soltaba el humo, sentía como las minúsculas partículas de agua se introducía por mis poros. En aquel momento divisé que había luz en tu corazón en el cual me dejas entrar de vez en cuando. Cuando pasé donde se echa la llave, vi que el que la protege estaba ahí, en guardia, entonces supe lo equivocada que estaba. Cuando deje tu corazón atrás, sentí la gran necesidad que tenía de volver, para así sentirte una vez más, empero sabía que no podía. Tiré el cigarrillo al suelo, continúe caminando, empero quería volver, sentía esa enorme que reconcomía cada ser de mí, por ello, salí corriendo, pasé por tu llave con el guardián en la puerta, cada vez llovía más. Me estaba empapando entera, pase por tu corazón, grite y grite, para ver si me oirías, empero todo fue en vano. Volví a la llave, grite y grite, estalle en lagrimas, cada vez llovía mas, y mas mojada estaba yo, comencé a tener frio, y mi respiración era muy agitada, volví a gritar, caí en el suelo, no tenia mas oxigeno en mis pulmones, no podía respirar, intente gritar una vez mas, empero fue inútil. Nadie me oía, tenia frio, quería verte, empero, no estabas.
Escrito y contado por: Rebecca Fernández.
No hay comentarios:
Publicar un comentario