miércoles, 21 de septiembre de 2011

Yacía incandescente la mas bella
De las almas pedidas en el infierno
Ella, brillaba como ninguna mujer hizo en su tiempo vivido. Incluso tras su horrible asesinato, ella aún brillaba y hablaba.
Su difunto esposo, permanecía
En la habitación de al lado,
Con su amante. La horrible muerte
Que tuvo mi querida Azucena no se
La merecía, el ingrato, desagradecido
Y asqueroso esposo sí.
Querida Azucena, ojalá vuelvas de entre las almas perdidas, me rodees con tras
Brazos y me digas que jamás de los jamases te irás.

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