miércoles, 14 de septiembre de 2011

Era demasiado tarde


Entrelazada en sus piernas, enrollándome en ellas; escalando su cuerpo; como un animal cuando caza, surcando su cuerpo hasta llegar a la cima. Voy mordisqueándole y arrancándole la piel a tiras en mi mente. Cuando llego a la cúspide que guía al gigante le olfateo el rostro., endureciendo su sexo para así contiguamente introducir su sexo en el mío. Llenando el gran vacío que me acompaña siempre. Sintiendo como se juntan nuestras almas. Endureciéndose mis pezones, erizándose mi piel y tornándose mi pecho de un leve rojo sangre llegué al final de mi camino. Llegué a la cúspide, sentí como una rosa húmeda por la escarcha terminaba de nacer en el fondo de mi corazón.
Cuando volví en sí, vi que de mi boca caía saliva, agache la cabeza y miré el rostro de mi castigador. Me observaba con mirada indiferente dándome a entender que quería que me quitara. Así lo hice y me vestí; observe su rostro, contiguamente me levanté y me fui. Quedándose así de piedra como si yo fuera Medusa.

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