En tu Abadía
Me convertiste en tu Abadesa
No abdiqué el puesto que me cediste
Tú tan afable
Y yo de sueños te invadí
Hoy leyendo lo que de mis manos profería
Me di cuenta de que te traté con alevosía
En los puntos álgidos debí callarme
Pero me hiciste sentir tan alhajada
Que cegada estaba
En asir te tenía
Y en un atolladero te introduje
Y en nuestro auge
Auguraste lo que ocurriría
Pero yo tan avara
Continué avasallándote
Ahora quiero ser concisa
Y con congoja quisiera conseguir congraciarte
Con lo que ello conlleva
Ya que para mí ahora eres preciso
Y en desiderativas te digo
Que eres ergo para mí
Y no es una quimera.
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