El amor te ciega y una vida te abandona.

El amor te ciega y una vida te abandona.

Antes de que digáis nada debéis saber que soy un ser humano, tengo sentimientos y que algún día moriré y no podré escribir más, hablar, cantar o soñar. Todos debemos ser conscientes de nuestra MORTALIDAD.

Hoy hay vida, para ti, para mí, para muchas personas y para otros es el fin de una vida cercana a la suya, cada día muere un millón de personas. Hay veces que esa cifra disminuye, pero siempre muere alguien, en esos momentos es cuando alguien realmente te abandona, porque ya no estará más a tu lado, sonriente y feliz.

A mí en la primera semana de Octubre de 2010 me abandonó un ser muy cercano a mí. No murió, pero fue como si hubiera desaparecido de la faz de la tierra, ya que sus palabras me desgarraron por dentro, me arrancó el corazón, me mutiló y dejó que fieras salvajes arrancaran mi piel a tiras y me devoraran estando yo moribundeando. Fue como si él muriera y yo sufrir su perdida, y morir tras él.

Ser yo consciente de su perdida, mientras él vivía felizmente, oírle, sentir su presencia cuando pasaba por su calle… Fue el castigo que yo misma me impuse por enamorarme locamente de un ser humano. Comencé mi castigo antes de que me dejara, porque aunque me cueste admitirlo, me lo esperaba desde hacía meses. Cuando pasé al día siguiente de sufrir su ida, comencé a llorar, sí, lloré, pues me costaba admitir que él de una forma u otra había muerto y me había arrastrado con él.

No quería verle, ni oírle, simplemente saber que él era mi castigo por creer en el amor y saber que Dios le había enviado a la tierra para demostrarme que no debo ser tan ingenua y que no debo cegarme por querer estar con alguien. Demostrarme que no debo hacer lo que el hombre de mis sueños me pida y que debo ser de piedra para no sufrir. Y enseñarme el dolor psicológico y trauma que te puede crear un ser humano.

Pero cuando le vi, desde antes de conocerle ya había soñado con él, ya había escrito sobre él, cuando le vi ¡Supe que el hombre de mis sueños existía! Y quería que él entero con todo lo que representa sea sólo mío y para mi disfrute y deleite. Hice lo imposible por conocerle y cuando hube logrado mi propósito, me sentí muy orgullosa de ello.

Le demostré de mil formas mi amor y cuando lo tuve como Dios le trajo al mundo llore de la alegría y pensé que de aquella forma le conseguiría y que sería sólo para mí y mi deleite. Pero cuando pasó el tiempo y veía que no me decía ‘’ Te quiero, buenos días princesa, bella mía’’ Y no me besaba… Supe que no había logrado nada, que no era mío y del error tan grande que había cometido, pero había vuelta atrás y tenía que afrontarlo como fuere.

El volvió a mí. Resucitó y me devolvió a la tierra en Noviembre de 2010, pensé que lo que quería era que yo pudiese pasar las fiestas con mi familia. Pero no fue así, quería volver a tener lo que tenía conmigo antes… Y yo, no quería ¡Pero le deseaba tanto! Que no pude resistirme y caí en sus fauces.

Ahora estamos en domingo 26 de diciembre 2010, ahora el hombre de mis sueños, es mi castigo (como cuando murió y me arrastró con él a las entrañas del infierno.) Ya no le quiero, pero no puedo dejarle, es mi droga mi adicción y no puedo alejarme de él, aunque lo vea como un monstruo, que lo es, aún así me sigue gustando, a pesar de que no le quiera.

Continua sin decirme te quiero, buenos días princesa, bella mía y continua sin besarme, pero lo que sí me dice ahora es que soy suya.

Cuando un ser humano te abandona, lloras por su perdida, sientes que tu mundo ser desmorona y que tú estás muerto/a. Pero simplemente se va, cuando realmente lo pierdes es cuando muere, porque ahí ya no volverá, pero mientras está vivo, sí vuelve. Lo que yo he aprendido es que el amor en su comienzo es como un cuento de hadas, luego una dura batalla por la cual debes luchar y al final duele y es triste. Pero después vuelve y es distinto.

Pero él para mí siempre será mi Castigo.

Escrito y contado por: Rebecca Fernández.

Esto es una historia real, vivida en mi propia piel y

Acabé en esta deducción, que Él es mí, Castigo.